La tentación es clara: la IA hace en horas lo que un junior hace en días. Parece que ya está todo dicho y eliminamos a todos los juniors de las empresas. Parece lógico ¿no? Esto lo están haciendo empresas y consultoras ya mismo en el 2025: KPMG ha reducido su contratación de juniors casi un 30% respecto a 2023, y Deloitte un 18%; Salesforce pretende aumentar su productividad un 30% gracias a la IA por lo que no fichará a programadores juniors en todo el año. Al igual que IBM que prevé reducir en más de 7.800 puestos por culpa de la automatización de procesos con la IA.
Pero si miramos un poco más allá surge la pregunta clave: cuando falten los seniors, ¿quién pondrá criterio y quien asumirá la responsabilidad de los resultados de la IA, si no tenemos juniors a día de hoy? Simon Sinek lo expresa en clave de juego infinito: no va de ganar hoy, va de seguir en el juego cuidando tu propósito y la confianza en las personas y los equipos.
El mundo empresarial también lo explica con bastante sencillez: ¿usamos tecnología para sustituir, o para complementar? Erik Brynjolfsson lo llama la “Turing Trap”: estamos obsesionarnos con que la IA copie al humano, en lugar de crearla y entrenarla para hacer a las personas mejores.
Lo bueno es que un CEO puede pilotar este concepto desde hoy mismo: identificar las situaciones y momentos en los que el juicio y la capacidad humana deben entrenar a la IA, hacerle seguimiento y tomar la decisión final.
Muchas compañías ya están realizando acciones concretas como por ejemplo crear programas de shadowing donde los juniors aprenden al lado de los seniors mientras la IA ejecuta tareas reales. La idea es simple: crear copilotos humanos que sepan redactar instrucciones a la IA, interpretar respuestas y, sobre todo, dar el visto bueno.
La esencia del largo plazo está en las habilidades humanas y hoy en día son el núcleo de la relación con la IA: ética para fijar límites, valores para priorizar fines, sentido de justicia para evitar sesgos, y una meritocracia real basada en el potencial intrínseco de cada persona. La escena de I, Robot de Will Smith lo ilustra sin rodeos: el robot salva al adulto porque tiene más probabilidad de sobrevivir y deja morir a la niña. Matemáticamente impecable; humanamente inaceptable. Un humano habría ponderado el contexto, la responsabilidad y el valor de la vida. Ese salto no se programa, se educa.
¿Quién sostiene que el liderazgo humano será crítico en el futuro? Stuart Russell lo plantea con claridad en Human Compatible: necesitamos sistemas diseñados para maximizar preferencias humanas con supervisión constante. Yoshua Bengio pide marcos y responsabilidad para gestionar riesgos extremos derivados de la IA, con revisión y control humano real. Dos referencias, una idea: sin personas al timón, la IA se desborda.
¿Y si llega la AGI o incluso una superinteligencia? La verdad es que conviene estar prevenidos. Demis Hassabis habla de impactos económicos enormes en cinco-diez años. Geoffrey Hinton alerta sobre la creación de escenarios superhumanos en 5–15 años y de riesgos que no podemos ignorar como la falta generalizada de trabajo que implicará una falta de ingresos y de propósito de vida para las personas. Las fechas varían, pero la lección es la misma: cuanto más potente es el sistema, más necesaria es la dirección y control humano cualificado.
Si diriges una organización, quizá pensabas en la IA como palanca de ahorro inmediato. Pues bien, el verdadero efecto “WOW” está en una derivada más allá: construir una comunidad profesional capaz de definir problemas, supervisar el trabajo de la IA y confirmar sus resultados con evidencias reales y responsabilidad ética. No es solo crear tareas nuevas; es establecer estándares, documentar criterios, revisar y poner a prueba los modelos y tener a alguien que pueda decir “esto no puede pasar”. Para eso hacen falta juniors con oficio, seniors que enseñen, y líderes que expliquen por qué.
Para terminar, una invitación concreta y amable: atrévete a crear posiciones juniors con políticas de shadowing real y convierte el saber de los seniors en playbooks utilizables en el día a día. Asegura no solo la velocidad, también la calidad, la claridad en la explicación y la confianza en la IA. Invertir en humanos no compite con la IA: la hace mejor. Si lo haces ahora, dentro de diez años tu empresa seguirá — y seguirá con éxito — en el terreno de juego.
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