La discusión sobre la reducción de la jornada laboral ha cobrado impulso en los últimos años, con experiencias como la de Colombia, que implementa su primera reforma en la materia, y Chile, que avanza en su segunda reducción de jornada legal.
Del informe Reducción de la jornada laboral: evolución global y desafíos para América Latina se desprende que, ante los profundos cambios económicos, sociales y ambientales que atraviesa el mundo del trabajo, los países de la región deben avanzar, mediante diálogo tripartito, hacia una ordenación del tiempo de trabajo que impulse el empleo decente y el desarrollo sostenible.
“El tiempo es un recurso finito e irrecuperable. La forma en que se distribuye entre trabajo, vida personal y descanso impacta directamente en la salud, la productividad y la cohesión social. Por ello, el diálogo social será clave para construir marcos normativos que respondan tanto a las necesidades de los trabajadores como a las exigencias de las empresas”, subrayan Sonia Gontero y Sonia Albornoz, autoras del reporte.
Este documento de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) analiza la evidencia internacional sobre los efectos de la reducción de la jornada laboral en aspectos como la salud y el bienestar de las personas trabajadoras, la productividad y el empleo. Los resultados muestran que el impacto de estas reformas depende en gran medida del contexto institucional, del diseño de la política y de la existencia de medidas complementarias que acompañen su implementación.
La publicación, elaborada por Sonia Gontero, especialista en Salarios y Tiempo de Trabajo de la OIT Cono Sur, y la investigadora Sonia Albornoz, repasa la evolución de las normas internacionales en la materia —incluido el histórico Convenio Nº 1 de 1919, que estableció la jornada de ocho horas diarias y 48 horas semanales—, así como las reformas más recientes en países de ingresos altos, que ya avanzan hacia jornadas de 40 horas o menos.
En contraste, el informe destaca que en la mayoría de los países de América Latina aún predominan los límites de 48 horas semanales, aunque con algunos avances en sectores como el empleo público.
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