Para Haydeé Jaime, Content Strategy Manager de Pandapé, la reducción de la jornada laboral a 40 horas no debe entenderse únicamente como un ajuste de tiempo, sino como una oportunidad histórica para replantear la cultura organizacional en México.
“Las empresas que logren combinar flexibilidad con eficiencia enviarán un mensaje poderoso a su talento: aquí importa tanto su bienestar como su desarrollo profesional. Esa es la diferencia entre retener a los colaboradores más valiosos o perderlos frente a competidores mejor preparados”, afirmó.
La especialista destacó que la reforma abre la puerta a modelos de trabajo más flexibles y orientados a resultados, en lugar de enfocarse únicamente en el tiempo de oficina. Para las nuevas generaciones, que valoran el equilibrio entre vida personal y profesional, el cambio representa un paso hacia la modernización del mercado laboral.
Aunque aún falta la aprobación legislativa, el Gobierno Federal y la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) ya trazaron una ruta gradual de implementación entre 2026 y 2030, según detalló Pandapé en un comunicado.
El plan contempla una reducción progresiva de la jornada: primero a 46 horas, luego a 44, hasta alcanzar las 40. El objetivo es permitir que trabajadores y empleadores se adapten sin fricciones, disminuyendo la fatiga, reduciendo errores y mejorando la salud, sin generar un impacto súbito en la economía.
Este enfoque se inscribe en la tradición mexicana de consensos tripartitos en materia laboral —entre sindicatos, sector privado y gobierno—, aunque el desafío principal será equilibrar los beneficios para los trabajadores con los costos que representará para las micro, pequeñas y medianas empresas (pymes), que constituyen la mayoría en el país.
Más allá de la reducción de horas, el verdadero reto consiste en construir entornos laborales donde la calidad del trabajo y la satisfacción del colaborador se traduzcan en productividad sostenible. Esto implica revisar políticas de bienestar, liderazgo y comunicación, así como adoptar herramientas que faciliten un cambio cultural profundo.
“Lo que está en juego no es solo la duración de la jornada, sino la forma en que concebimos el trabajo. La reducción a 40 horas puede convertirse en una palanca para redefinir la relación entre empresa y colaborador, siempre que se acompañe de innovación, transparencia y compromiso. Solo así podremos hablar de un futuro laboral más justo y competitivo, donde la tecnología y la empatía se conviertan en los pilares de la transformación”, concluyó Haydeé Jaime.
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