A decir de Iván González, director de efr en México, la iniciativa de reducir la jornada laboral a 40 horas debe ir más allá de una disminución aritmética del tiempo de trabajo. El planteamiento, subraya, requiere una gobernanza sólida, mayor transparencia y procesos de medición claros que aseguren beneficios sostenibles tanto para las personas como para las organizaciones.

Mientras avanza la definición de la reforma, Fundación MásFamilia, impulsora de la certificación efr y reconocida por la Organización de las Naciones Unidas como Good Practice, enfatiza que las empresas no necesitan esperar a que la ley cambie para comenzar a actuar.

“Respaldamos toda iniciativa legislativa que contribuya a mejorar la calidad de vida de los colaboradores; sin embargo, recomendamos que su implementación sea gradual, flexible y, de preferencia, acompañada de modelos de gestión sólidos”, señala González.

En este contexto, la organización reitera la relevancia de trabajar bajo un “triángulo de acción” que articula la vida personal, laboral y social. Las políticas corporativas flexibles, adaptadas al ciclo de vida de cada colaborador, no solo elevan los niveles de bienestar, sino que también generan un retorno de inversión (ROI) tangible y fortalecen las estrategias ESG —ambientales, sociales y de gobernanza— de las empresas.

El debate cobra especial relevancia si se considera que México registra 2,193 horas laborales anuales, la cifra más alta entre los países de la OCDE. En contraste, gran parte de Europa Occidental opera con jornadas significativamente más cortas: Alemania (1,343 horas), Dinamarca (1,380), Países Bajos (1,413) y Noruega (1,418) trabajan menos de dos tercios de las horas que se laboran en México, sin que ello afecte su productividad ni competitividad.

La tendencia internacional —a la que se suma el debate mexicano— apunta hacia modelos en los que la jornada de 40 horas, o incluso menor, se establece como estándar. Se trata de esquemas centrados en resultados y creación de valor, más que en el presentismo.

Los datos de las más de 1,300 empresas certificadas como efr en el mundo respaldan esta visión. Las organizaciones que invierten en la gestión del talento y en la conciliación entre la vida laboral y personal registran incrementos de productividad de entre 31 % y 40 %, además de reducciones significativas en el ausentismo, que oscilan entre 43 % y 51 %.

“No se trata únicamente de cuántas horas se trabajan, sino de la calidad con la que se gestionan. También influyen el estilo de liderazgo, la orientación de los equipos y la forma en que el desempeño se evalúa a través de indicadores claros, alineados con la productividad y el bienestar”, concluye González.

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