El uso constante de redes sociales durante la jornada laboral ha dado lugar a un fenómeno cada vez más común: la atención fragmentada. Esta condición deteriora la memoria de trabajo, debilita la capacidad de pensamiento profundo y reduce considerablemente la concentración. Además, genera una dependencia psicológica vinculada al miedo a perderse algo (FoMO, por sus siglas en inglés).
“Lejos de conectar, este miedo desconecta emocional y cognitivamente a los trabajadores”, explica Betzabel García, docente experta de BIU University. “Las redes sociales no sólo fragmentan la atención, sino que inducen ansiedad, sensación de insuficiencia, comparación constante y fatiga digital. Nos enfrentamos a una epidemia invisible de distracción y agotamiento”, advierte.
Frente a esta realidad, Broward International University (BIU) ha emitido una serie de recomendaciones para las organizaciones, orientadas a promover una cultura de bienestar digital:
El uso no regulado de redes sociales en el entorno laboral se ha convertido en un factor silencioso, pero altamente influyente, en la salud mental, la atención y el rendimiento de los colaboradores.
Un estudio reciente de Emerald Insight (marzo de 2025) respalda esta preocupación: concluye que el uso excesivo de redes sociales durante el trabajo incrementa el agotamiento laboral, debido a las constantes interrupciones y al estrés derivado de la sobreestimulación.
Ante este panorama, García subraya la necesidad de que las organizaciones promuevan la alfabetización digital y emocional, establezcan políticas claras sobre el uso de dispositivos personales y fomenten prácticas como el Digital Wellbeing, como parte de su estrategia integral de salud y desempeño.
“La clave no es desconectar, sino reconectar con propósito. La autorregulación y el liderazgo empático deben guiar los hábitos digitales”, enfatiza. El evitar la gestión puede derivar que las empresas generen el burnout digital; clasificado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como un riesgo emergente en entornos laborales altamente conectados, indicando que las interrupciones constantes y el exceso de información elevan los niveles de ansiedad, insomnio y fatiga emocional.
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