Pese a que la tasa de participación de la población económicamente activa (PEA) en México alcanzó 59.8 por ciento en 2024, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), el desempleo golpea con fuerza a los jóvenes: tres de cada diez personas sin trabajo pertenecen al grupo de entre 15 y 24 años, etapa en la que se encuentran muchos recién egresados universitarios.
Las cifras, aunque en apariencia optimistas, contrastan con la realidad de miles de jóvenes como Carmen y Armando, graduados hace siete meses. Ella, con título de educadora, actualmente trabaja como manicurista; él, formado en comunicación, se desempeña como monitorista en una empresa de seguridad. Ambos buscan un empleo formal en sus áreas de estudio, sin dejar de lado las labores con las que hoy ayudan a sostener a sus familias.
En este contexto, Emilio Beteta, director de crecimiento y estrategia de Codifin, advirtió: “Solo cuatro de cada diez egresados terminan trabajando en algo relacionado con su carrera, lo cual es alarmante. Hay talento, sí, pero lo que falta son puentes sólidos entre la academia y el sector productivo”.
Beteta subrayó que las universidades deben fortalecer sus vínculos con las empresas, pues muchos empleadores consideran que los egresados no llegan suficientemente preparados para el mundo laboral. “Eso ocurre, en gran medida, por una débil comunicación sobre lo que realmente demanda el mercado: lenguajes de programación, habilidades técnicas y, sobre todo, competencias blandas”, afirmó.
En la misma línea, Fundación CTR —lazo social de CTR Scientific— advierte que uno de los principales obstáculos para los jóvenes es la brecha entre la formación académica y las destrezas necesarias para iniciar una carrera profesional. Habilidades como comunicarse con eficacia, resolver problemas, trabajar en equipo o tomar decisiones bajo presión son cada vez más valoradas, pero rara vez se enseñan en el aula.
“Muchos egresados deben entender que tener buenas calificaciones es solo una parte del camino; lo demás se construye con seguridad, preparación y una red de apoyo que impulse su talento”, señaló Abelardo Perches, Director de Fundación CTR.
Para atajar el aspecto de la experiencia como uno de los obstáculos para colocarse en el mercado laboral, Jimena Osio, HR Coach y conferencista, recomendó a los estudiantes no esperar hasta concluir la carrera para sumar historial. “Tienen que buscar espacios desde ya, aunque no sean remunerados. El mercado está muy competido y hay que sobresalir”, advirtió.
Osio agregó que hoy es indispensable preparar un currículum optimizado con palabras clave que superen los filtros automatizados (ATS), además de tener claridad sobre las propias fortalezas. “Todos podemos aprender lo técnico. Lo que realmente te diferencia es tu energía, tu capacidad de proponer, tu habilidad para resolver problemas, tu magnetismo. Eso no se enseña en un curso, pero es lo que más valor aporta”, afirmó.
Asimismo, sugirió investigar a las empresas antes de postularse: conocer su cultura organizacional, programas de sostenibilidad e impacto social, y prepararse a fondo para las entrevistas. “No se trata solo de buscar trabajo, sino de entender dónde quieres aportar y cómo hacerlo”, enfatizó.
Mientras tanto, Carmen y Armando, con cada vez menos optimismo, continúan postulándose a plazas en educación y comunicación, con la esperanza de integrarse al mercado formal. Hasta que llegue esa oportunidad, seguirán combinando sus empleos actuales con la perseverancia de no renunciar a su vocación profesional.
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Falta de habilidades prácticas y profesionalismo limitan acceso de jóvenes a empleos operativos
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