Hasta hace algunos años atrás, unos pocos miles de pesos eran suficientes para comprar alimentos y demás insumos para el consumo familiar. Ante el avance de la inflación, actualmente eso es prácticamente imposible y esta situación es un llamado para que las empresas actúen. Estimaciones del FMI indican que la inflación rondará un 10% este año para toda Latinoamérica, lo que está impulsando a las personas a solicitar ajustes salariales.
No hay duda de que la inflación y otros factores externos que generan incertidumbre en los colaboradores, ponen a prueba la estrategia de las áreas de Recursos Humanos que tienen como eje garantizar el bienestar de sus colaboradores. Frente a esta dura realidad, es momento de que las empresas emprendan acciones para lograr ese objetivo.
Algunas de las medidas que hoy pueden funcionar son: fortalecer el desarrollo de talento interno entregando oportunidades de perfeccionamiento y capacitación; potenciar el trabajo remoto evitando movilidades innecesarias en favor del cumplimiento de objetivos y no de horarios; definir acciones de marca empleadora que funcionen como apoyo en este contexto tales como jornadas de capacitación en torno al ahorro, entre tantas otras.
Es el salario emocional, una medida que puede compensar y complementar el sueldo de los colaboradores en torno a la inflación. Estas acciones impactan directamente en la calidad de vida, compromiso y productividad de nuestros colaboradores. De esta forma las personas se sentirán valoradas y podrán sobrellevar las consecuencias de una inflación que parece no detenerse.
Afortunadamente, una de las secuelas de la pandemia es que hoy las empresas tienen un mayor foco en garantizar la experiencia de sus trabajadores. Quien no lo haga está condenado a tener dificultades para alcanzar los objetivos del negocio.
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