La salud mental en el ámbito laboral desempeña un papel crucial en el bienestar integral de los colaboradores y el desempeño exitoso de las empresas. Su relevancia radica en la creación de un entorno laboral propicio para el desarrollo personal y profesional, así como para el logro de una productividad óptima en las responsabilidades asignadas. Reconocer y priorizar este aspecto es esencial para cultivar un ambiente laboral saludable y sostenible a largo plazo.

Los profesionales de Recursos Humanos (RRHH) desempeñan un papel fundamental en este tema, ya que tienen la responsabilidad de cultivar una cultura organizacional que valore y respalde el bienestar emocional de los empleados, fomentando políticas y programas para la prevención, detección temprana y gestión adecuada de los problemas de salud mental, ya sea mediante capacitaciones, recursos de apoyo y la promoción de un entorno de trabajo que fomente el equilibrio entre la vida laboral y personal. Esto puede lograrse mediante la implementación de políticas flexibles de horarios laborales, teletrabajo o medidas que permitan a los empleados gestionar de manera efectiva sus responsabilidades laborales y personales por medio de comunicación abierta y honesta, creando un ambiente inclusivo que permita expresarse con libertad al respecto; sin embargo creo que hay un problema aún más amplio de fondo, y es la carencia del apercibimiento que tenemos nosotros mismos sobre el tema y la importancia que le damos.

Enfocarnos en alcanzar la perfección y el éxito, así como en cumplir las expectativas de los demás, puede cegarnos ante este componente esencial, pero muchas veces descuidado que es nuestra salud mental. En un mundo donde las conexiones neuronales se ven constantemente desafiadas, el concepto de salud mental ha emergido con fuerza en las últimas décadas, recordándonos que somos vulnerables y que debemos prestar atención a nuestro bienestar psicológico.

Es esencial comprender que la responsabilidad de cuidar nuestra salud mental recae en cada uno de nosotros, incluso cuando trabajamos en empresas que priorizan el bienestar de sus empleados. Al igual que con nuestra salud física, nadie más puede asumir esta responsabilidad por nosotros. Somos los guardianes de nuestra propia mente, y descuidarla puede tener consecuencias devastadoras. La salud mental no es estática; es dinámica y susceptible a diversas influencias, especialmente al estrés al que nos sometemos en la búsqueda del éxito y a menudo, ignoramos las señales de advertencia que nuestro cuerpo nos envía, enfocados en tareas interminables y desatendiendo nuestras necesidades emocionales. Nos encuentra desprevenidos, como una sombra nocturna disfrazada de productividad, sin que lo veamos venir, sin que estemos poniendo atención, enfocados en un check list constante para cerrar pendientes y pasar a la siguiente tarea y un día simplemente te bota, te ves en el espejo sin reconocerte.

La pandemia de COVID-19 ha exacerbado este problema, desencadenando una crisis de salud mental caracterizada por fatiga, depresión y ansiedad. Nos esforzamos por ser productivos y exitosos las 24 horas del día, los 7 días de la semana, pero el costo emocional y mental es demasiado alto, por lo que es crucial desterrar el estigma asociado con los problemas de salud mental. Bajo la presión y las demandas del mundo moderno, cualquiera puede experimentar un desequilibrio emocional. No se trata de falta de voluntad o actitud adecuada, sino de fuerzas químicas que pueden ser alteradas por nuestras prácticas y hábitos.

Si bien es cierto que los departamentos de Recursos Humanos deben de promocionar la salud mental en el trabajo, como acotamos, implementando estrategias de bienestar corporativo, ofrecer programas de capacitación continua y fomentar un ambiente de trabajo que promueva el crecimiento y la motivación son pasos cruciales, es esencial crear actividades que fomenten el sentido de pertenencia y el bienestar de los empleados. Cuando los colaboradores se sienten valorados y cuidados, su productividad y compromiso se fortalecen, beneficiando tanto a la empresa como a los individuos.

En última instancia, reconocer y cuidar nuestra salud mental es esencial para nuestro desarrollo profesional. Así como comprendemos cómo diferentes hábitos alimenticios afectan nuestro cuerpo, debemos ser conscientes de cómo nuestras prácticas mentales influyen en nuestra salud emocional.

Ser un activo indispensable para nuestra empresa no solo implica excelencia en el trabajo, sino también equilibrio emocional y compromiso personal. Sin pasión, motivación y una mente clara, el éxito profesional queda fuera de nuestro alcance. Por tanto, cultivar una salud mental sólida es la base para alcanzar nuestras metas con integridad y bienestar.

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