Me gustaría que se me hubiera ocurrido a mí, pero como suele pasar, es fácil que alguien lo haya pensado antes, aunque, ya perdonarás mi pesimismo, creo que cada vez se piensa menos y peor.

Te voy a contar lo que le ocurrió a alguien hace unos 2.000 años. Sin quitarle ni un ápice de mérito, tampoco todos los pensamientos son estrictamente suyos, pero sí que los aglutinó de forma clara y poderosa.

Fíjate si era listo que no escribió nunca nada, pero eso ya lo había hecho antes uno de sus modelos: Sócrates.

El filósofo en cuestión es Epicteto, fue esclavo hasta que después de su manumisión (liberación) fundó su propia academia de filosofía.

La primera: El apego a las cosas nos aparta de la felicidad y el equilibrio emocional. Cuanto más deseemos, más tendremos que esforzarnos en conseguirlo y más nos olvidamos de disfrutar “el aquí y ahora”.

Por llevarlo a un concepto actual: Sé minimalista, ten lo esencial. Lo que tienes es un medio, no un fin. Epicteto predicaba con el ejemplo, solo poseía un jergón, una mesa y una lámpara de metal (que le robaron y sustituyó por una de barro).

La segunda: Deja de preocuparte por las cosas que escapan a tu control y voluntad. “No es lo que te pasa, es cómo te lo tomas. El dolor y el sufrimiento vienen de lo que nos contamos a nosotros mismos sobre las consecuencias, sobre el futuro, sobre lo que va a pasar como resultado de lo que ha pasado”. Viktor E. Frankl decía algo parecido en “El hombre en busca del sentido”.

Hace poco leí una estadística: El 92% de las cosas que nos preocupan (y dedicamos tiempo a pensar y preocuparnos por ellas) nunca pasan. Es decir, solo a un 8% (menos de 1 una de de cada diez) deberíamos prestarles atención y tiempo.

La tercera y última: No luches contra las circunstancias: Acéptalas.

“No pretendas que las cosas ocurran como tú quieres. Desea, más bien, que se produzcan tal como se producen y serás feliz.”

Nos propone vivir de una manera adaptativa y siempre que oigo la palabra adaptar, recuerdo la frase de Darwin: “No es el más fuerte de las especies el que sobrevive, tampoco es el más inteligente el que sobrevive. Es aquel que es más adaptable al cambio”.

Tres cositas, parece sencillo ser feliz. El problema de las cosas sencillas es que son las más difíciles. Para hacer las cosas sencillas hace falta más tiempo, más conocimiento y más ganas que para hacerlas complicadas, por eso creo que nos resulta tan complicado ser feliz, porque hace falta tiempo, conocimiento y ganas.

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