En un México donde el estrés laboral, la rotación constante de personal y la desconexión emocional afectan cada vez más a las empresas, se hace urgente repensar el liderazgo desde una perspectiva centrada en la gestión de la felicidad. Este enfoque exige visión estratégica, habilidades blandas y un liderazgo transformacional.
“El liderazgo del siglo XXI no se puede entender sin el desarrollo de habilidades humanas como la empatía, la escucha activa o la toma de decisiones conscientes. No se improvisa: se forma”, afirma el Dr. Diego Apolo Buenaño, docente e investigador en gestión humana y desarrollo organizacional en BIU University Miami.
Para Apolo, una empresa feliz no es aquella que evita los problemas, sino la que sabe gestionarlos con empatía, coherencia y escucha activa. “La felicidad organizacional no es un beneficio adicional: es una estrategia inteligente”, asegura.
En un comunicado, la institución subraya que la felicidad y el bienestar en el entorno laboral no son conceptos abstractos, sino estrategias medibles con impacto económico real. Según datos de Harvard Business Review, los colaboradores felices son un 31 por ciento más productivos y generan un 37 por ciento más en ventas.
De acuerdo con cifras de Gallup, las empresas con alto compromiso emocional reducen el ausentismo en un 81 por ciento y mejoran la calidad en un 64 por ciento. Además, los entornos laborales positivos aumentan significativamente la capacidad de atraer y retener talento clave, especialmente entre las nuevas generaciones que buscan propósito y bienestar.
Numerosos estudios confirman que las organizaciones con culturas saludables y enfocadas en el bienestar logran mayor fidelización de clientes y conforman equipos más resilientes frente a crisis.
El Dr. Apolo propone una matriz de indicadores que permite evaluar el impacto de la felicidad organizacional en tres niveles:
Estas métricas permiten identificar tanto el retorno financiero como el capital emocional que se genera cuando el bienestar se convierte en política organizacional.
“Los líderes del futuro deben saber leer a las personas, no solo interpretar balances financieros. Y eso implica transformar desde hoy la forma en que educamos y formamos al talento”, concluye Apolo.
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