A primera vista pareciera que esto de la felicidad empresarial a las pequeñas empresas no nos atañe. Nada más lejos de la realidad. Al contrario. La sangre que corre por las venas de la Micro, Pequeña y Mediana Empresa (MiPymes) es la felicidad de sus dos aliados: sus colaboradores y sus clientes.

Entre las mil y una ineficiencias de muchas grandes empresas está el gastar en proyectos de investigación de mercado, desarrollo de nuevos mercados y sobre todo grandes campañas de publicidad y relaciones públicas para conseguir nuevos clientes que reemplacen a los clientes infelices que pierde.

La pequeña empresa no puede permitirse el lujo de encarar esta cinta transportadora. Depende de las referencias de clientes felices. De igual manera, los extensos recursos de la empresa grande, junto con su employer branding, quizás le permitan reclutar personas que quieran verse reflejadas en el glamour de un Facebook, SpaceX, Coca Cola o McDonald’s.

La pequeña, a falta de los aspavientos y el nombre altisonante de la grande, ha de ofrecer en bandeja de oro una experiencia de trabajo feliz. No es menos relevante el trabajo de un agente de la Asociación Mundial de Directores de la Felicidad (DIRFEL) para la pequeña empresa sino que lo es más.

Más allá de los recursos económicos, la pequeña empresa es con frecuencia una labor de amor. El bebé de su creador, quien pasa noches incansablemente amamantándolo con todas sus fuerzas. La niña mimada de su dueña que se desvive por su éxito. Por eso queremos que la amen, la respeten, y sea un faro que ilumine la vida de los demás.

Todas las empresas tienen que ofrecer buen producto y buen servicio a un buen valor y a buen tiempo para tener contentas a sus clientas. La que no logra hacerlo es eliminada por el riguroso Darwinismo del mercado. Y toda empresa quiere retener el mejor talento para minimizar costos de atracción y entrenamiento además de competir en su sector.

Pero para desasosiego del empresario, ya sea grande, mediano, pequeño o micro, existe algo llamado la adaptación hedónica. “Cuando primero conseguimos algo super bueno, nos sentimos super bien. Pero nos acostumbramos bastante pronto,” indica la Dra. Laurie Santos, profesora de psicología que enseña el curso más popular de la Universidad de Yale, “Como Ser Feliz,” e investigadora de la felicidad. Con lo cual, aplicando la fórmula DIRFEL, lo que hoy BRILLA cegadoramente, mañana se enturbia y al día siguiente ni se nota.

El DIRFEL que ayuda a una pequeña empresa, ¿cómo combate esta característica del ser humano? Con la conexión humana. Sabemos a ciencia cierta que la conexión con los demás motiva a los empleados tanto a permanecer en la empresa como a ser más productivos y mejores embajadores de la misma. Incluso nos alarga la vida, como descubrieron los investigadores de National Geographic Buettner y Skemp en sus investigaciones de las áreas donde los humanos son más longevos, a las cuales llaman “Zonas Azules.”

Por si fuera poco, la conexión humana es de las pocas cosas que no pierden su brillo con el tiempo, sino que una antigüedad bien encauzada la fortalece y hace más resplandeciente, valiosa y entrañable.

Es en esta área donde la pequeña empresa tiene su mayor oportunidad de BRILLAr. Porque las pequeñas empresas tenemos la virtud de conocer a nuestros clientes y colaboradores no sólo como tales, sino además como seres humanos y como tales los valoramos.

Si conozco personalmente a los colaboradores a quienes contrato para un proyecto en particular, me consta que son personas en quienes no solamente puedo confiar dicho proyecto, sino además a quienes les dará satisfacción personal y profesional completarlo. Si hago un trabajo para un cliente conociéndolo como persona y no solamente como número, me aseguro de que queda más satisfecho.

Esta conexión humana, codificada por naturaleza en nuestro ADN, es el arma y el escudo que el DIRFEL nos puede ayudar a utilizar con mayor sagacidad, dexteridad, y, por qué no, felicidad.

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